Te echo de menos desde el último beso, con las farolas agonizando entre el gélido abrazo del final del invierno.
Te echo tanto de menos que dedico las noches a reinventar tu voz, porque sin ti no se me cura el insomnio.
Y echo de menos, claro que sí, dormir entre tus sábanas de luz roja, sintiendo tu respiración muy cerca de mi oído y tu piel contra la mía.
Las lenguas enzarzadas en una contienda intemporal.
Vuelve. Ya hemos esperado mucho.
sábado, 25 de abril de 2009
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3 comentarios:
Esas cosas siempre se echan de menos.
La primera frase en increíble, Ingrid.
Y sí, se echan de menos, como ya sabemos tú y yo.
Lo genial es que tú eres la única que puede darse cuenta de eso.
Shhh.
QUé tía tan lista : )
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