martes, 29 de diciembre de 2009

Me matas y me das vida.

Y yo ya no sé qué hacer contigo. Con nosotros.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Porque vale, mira, son trece escalones, pero atrévete tú de borrachera; atrévete al tres en raya, veintiuna horas diarias sin una puta luz.
Así termino pintando lo de Orión en la arena, porque es una palabra que siempre me gustó escribir y se me solía resbalar del papel, así que le inventé otro formato, igual que hice con tu voz.

Y seguiré descontándote(me) de uno en uno los días que todavía quedan. Por favor, las noches no, porque sigo creyendo en las luciérnagas como forma instintiva de iluminación; sigo creyendo que el amor es como aquel demonio que te comía las orejas: nadie tiene, nadie sabe, pero todos corren. Unos detrás, otros delante, pero todos corren. Y resulta que al final el amor se marcó la frontera en el concepto. En el maldito concepto.

Ahora reconozco tu sombra entre mis sábanas/labios/silencios (a marcar con una equis), mis ganas constantes de aproxi(a)marte.
Mis confesiones de disco rayado entre siglas repitiendo una y otra vez que esta barca de cera alquilada es mi vida, y no importa que se derrita al tocar tu nombre: tú estabas buscando un náufrago, y yo no quería seguir siendo isla.
Ojalá supiera hablarte del mar en lugar de usarte como chaleco salvavidas. O decirte un tranquilo sin ti no puedo, pero sin que suene a necesidad.

Que me cuesta pronunciarme en serio porque, y los dos lo sabemos, no tengo ni idea de lo que quiero.
Bajo las escaleras porque hoy tampoco me quedo a dormir y tengo pequeños naufragios camino del metro, pasos en los que no acierto a evitar el bache y miro cómo es el fondo con los dos pies.

Porque hoy me faltas tú.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Soy esto.
Toca mis manos.
Toca mi vacío.
Mi vacío es todo lo que yo soy.



http://www.youtube.com/watch?v=qK_JfNlNSTk
Infinita ingenuidad.

martes, 10 de noviembre de 2009

Me tumbo en la cama boca arriba, desnuda, con las manos debajo de la almohada. Miro al techo y una vez más me acuerdo de ti. Es inevitable pensar en ti en mi cama. Y no sé por qué.
Y sigo pensando en ti el resto de la noche, y del día.
Y así, semanas y semanas.
Como nunca, como siempre.

Porque conducir por una autopista desierta con los faros fundidos y cuando llevas tres rayas encima, no cuenta. Aceptarlo es el primer paso. Concienciarse, el siguiente. Y a partir de ahí se desconecta, y dejé de tomar apuntes. He decidido que no me presento al examen.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ella jugueteaba con un mechón de pelo entre los dedos igual que solía hacer antaño, si bien ahora aquel gesto mostraba un ademán de cansancio, y procuraba que sus ojos no sobrepasaran la invisible línea que formaban los vasos en el centro de la mesa. León la miraba casi de reojo, con cierto atisbo de rechazo hacia la actitud compasiva que traslucía aquella reunión. Apenas habían intercambiado un par de palabras desde que se encontraran, hacía poco más de hora y media, y éstas se habían limitado a un ¿qué vas a querer? en el momento en que la camarera del café se acercó a tomarles el pedido. Café con vainilla, había adivinado él inmediatamente, como si la respuesta hubiese saltado por sí misma fuera de un viejo archivador dentro de su cabeza, sacudiéndose el polvo de años de espera, y no logró evitar esbozar una sonrisa amarga cuando ella hizo rodar aquellas tres palabras sobre su lengua.
De repente lo asaltó la terrible certeza de que por mucho tiempo y esfuerzo que hubiera invertido en aparcar en un lado del arcén los fantasmas del pasado, estos no habían dejado ni un momento de pisarle los talones.

-¿Has pensado en mí en algún momento, a lo largo de todo este tiempo?

-No mucho, realmente. Ya sabes.

Ya sé, se dijo.

-¿Y tú, pensaste en mí?

-Constantemente.

Ya sabes, añadió para sí mismo con cierta ironía.

sábado, 19 de septiembre de 2009

/masalladeorion.

Y subes otro nivel y no puedes llegar ni siquiera a tocarlo… O al menos eso es lo que te parece cada vez que alargas el brazo y estiras los dedos de la mano.
Y no te das cuenta que tú ya has pasado ese nivel, y que es otro el que intentas rozar. Intentar tocar el siguiente es pasar uno más.
Hay quienes se quedan en el suelo y prefieren adorar a la suerte antes que a ellos mismos. Esos nunca se caerán, porque jamás intentarán llegar más alto. Pero tú sí. Tú te caerás una, mil y un millón de veces, porque intentarás una, mil, un millón de veces avanzar un paso más. Dejas la (buena o mala) suerte de lado y solo confías en ti misma. En ti para bien; para ti y por ti lo que está mal.
Aunque estas lo sean no hay palabras que transmitan afinidad de sentimientos, porque este es un sentimiento único y solitario. Solitario como un punto de la inexistente recta que va hacia ninguna parte, pero que no pertenece a ella ni a ninguna otra. Te aseguro que lo he sentido y lo siento a veces como tú, y que jamás podré llegar a sentir lo mismo. Qué montón de paradojas, ¿no?
Ahora llueve y es para ti. Ya no es Noviembre y la lluvia es ligera.

A veces hace falta muy poco para cambiar el sentido de los pensamientos. Pero es que aquellos quienes nunca varían viven muertos.

De tu mundo, aunque a veces nos engañemos, y por ahora, el centro eres tú. Si no te importaras no te tirarías a ti misma por los suelos.
Ya verás cómo lo tocas.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Y podría decir 'no, no quiero salir, estoy bien en casa', pero resulta que no es verdad, que las paredes se me derrumban encima y las ventanas nunca están lo suficientemente abiertas como para que entre todo el aire que necesito.
Por eso me paso las horas arrugando las sábanas con los pies, esperando que a alguien se le ocurra preguntar si me apetece ir a alguna parte, tomar una cerveza, echar un cigarro en el portal, y se me revuelve el estómago y tengo ganas de vomitar. Así que esa es la razón por la que me emborracho indiscriminadamente cada noche que consigo arrancarme de casa.
Me duele la garganta de gritar, porque la habitación está tan repleta de nada que el humo del cigarro puede expandirse a sus anchas, y estoy harta de ausencias. Me duele el pecho al respirar, y ya no sé si es la nicotina o la angustia. Me duelen los ojos de rebuscar entre líneas pixeladas algún atisbo de declaración de intenciones.

so long, and goodnight.-

martes, 1 de septiembre de 2009

what did you expect?

viernes, 24 de julio de 2009

Un mes.
Un mes entero.

¿Y qué?
Si no has hecho nada, si no tienes ganas de ver a la gente siquiera, si no eres capaz de sentarte a escribir, si ya ni con alcohol cambia la realidad. Si te estás volviendo loca aquí dentro.
Y después está todo eso de la dependencia, que deberías cuidarlo también.

Que te jodan, nena.

martes, 14 de julio de 2009

Natalia perdió la verguenza a los dieciséis, y a los veintiuno pervierte sus razones en un cabaret de mala muerte del más degenerado de los Berlines. De madre alemana y padre irlandés, Natalia, que tenía una abuela española a la que le gustaba tanto el ron como cambiar de marido, y de la que heredó el nombre en un arranque de circo de variedades por parte del tío paterno favorito de su madre (tanto que acabaron en la cama sin más premisas que sus propias ganas), ha encontrado quien le rasgue las vestiduras cuando se pone tonta. Y es que a Javier, hasta la fecha, ninguna mujer le ha puesto los puntos sobre las íes. Pero Natalita, con sus ganas de joder a la vista, igual no solo se lleva una buena hostia por parte del destino, si no que igual se la pega al tipo que en su vida ha rendido cuentas a nadie.

domingo, 12 de julio de 2009

Por Chicagato.

-¿Sabe? Podría invitarme a una copa. Mirar como sorbo con la pajita, como me lamo los labios después, encantada. Podría contarme algún chisme al que ninguno de los dos haría caso. Yo me reiría, le daría la razón, coquetaría con usted, incluso dejaría que me cogiera la mano en un gesto absolutamente adorable. Me haría la tonta, le diría: Pero qué culto es usted. Qué maravilla. Cómo sabe tanto de todo. Y usted sonreiría condescendiente, se acercaría más a mí, le pediría otra copa a un camarero que ya no se sorprende de nada. Podríamos hacer todas esa pantomima, pero, sinceramente, ¿para qué andarnos con rodeos si ambos nos morimos de ganas de follarnos a muerte en su habitación de hotel?

Javier sonrió y e hizo una breve reverencia.

-Touché, querida. Es usted arrebatadora.

miércoles, 8 de julio de 2009

Anyway I can't try anything, pero me sigo emborrachando cada noche para evitar que mi cabeza vaya demasiado deprisa o demasiado despacio, para no ser capaz de seguir el hilo de mis pensamientos o para aburrirme de leer entre mis propias líneas.
Entre trago y trago me acabo de dar cuenta de que realmente, y a pesar de it looks to me like heaven, mis decisiones siguen siendo tan erróneas como siempre, y yo sigo igual de cabezota, negándome a rectificar. ¡Pero míranos! Si nos hacemos el amor desde lejos porque se achanta con cualquier palabra de más. Alimenta mis inseguridades.
Yo todavía me aferro a dedos temblorosos y miradas furtivas, al amor barato y a los romances de madrugada, en eso no he cambiado, aunque siempre decías que te gustaba, not one of the others could ever compare, y me dejabas cada noche tambaleándome escaleras arriba, a oscuras, arrastrando el alma por los escalones. La luna manchada de gris en tus pupilas, que me daba cuenta enseguida. No sé en qué cojones estaba pensando. No sé en qué cojones pienso ahora.

Necesito otra tregua.
No soporto esta desconfianza que me has dejado grabada a fuego entre los pulmones, no importa cómo, no importa dónde ni con quién. Joder, ni siquiera sé si realmente es por eso.
Necesito otra tregua.
Que venga y me dedique su tiempo hasta que sienta que voy a implosionar, que no me deje de abrazar mientras duermo, que establezca sus prioridades. Lo sé, lo sé. Lo siento.
Necesito otra tregua.
Me he cansado de escuchar a la misma gente, de ver la misma puta calle todos los días y asfixiarme en esta jodida desmotivación que me oprime el pecho. Sálvame, aunque yo no haya podido hacer lo mismo por ti.



.quealguienmesaquedeaquí.

viernes, 3 de julio de 2009

Ya no puedo más.

Te prometo que lo estoy intentando, con todas mis fuerzas, pero se me va de las manos.

Me desespero aquí sin tu voz.

martes, 30 de junio de 2009

domingo, 28 de junio de 2009

He vuelto, Noviembre. O quizás lo hayas hecho tú, quién sabe ya. Pero mira, dejemos ese asunto para más tarde, cuando ya no recordemos cuántas copas llevamos ni cómo acabamos aquí, y coge un cigarro, venga. ¿Fuego?

Creo que algo falló entre tanta metáfora y tanto paradigma, las noches cortas de primavera y los silencios anestesiados en los que me encerraba. Sé que me empeño en desaparecer cuando las cosas no van del todo mal, y acabo buscando con un amago de desesperación tus brazos al primer titubeo, y me sabe fatal, por supuesto, pero soy de las que no aprenden. Aquí me tienes, ¿ves? No aprendo.
Y sin embargo, esta vez puede que sea diferente. Sólo son las putas dudas, y toda esa inseguridad que me rodea, el miedo, la desconfianza grabada con hierro candente en mi piel desde aquel invierno que se me atragantó. Sí, destrózame con una mirada torcida e incrédula de las tuyas, porque realmente lo merezco. Qué asquerosamente cobarde me he vuelto (já! soy*)
En fin, que ya lo sé, si siempre me dices lo mismo, y yo sólo quiero escucharte para calmarme y enfriar los ánimos, pero a cada minuto que pasa me cuestiono qué hago aquí, esperando, ilusa de mí.
Es que sé lo que hay. Lo sé. Y todo este miedo no es más que una prolongación de la incertidumbre que desembocará en la catástrofe inevitable que preveo desde hace tiempo. Pero es el precio de ser una idealista sin remedio.
Noviembre, por favor, no me sueltes ahora. Creo que estoy a punto de estallar.
Por favor.

sábado, 27 de junio de 2009

a hundred words.

Por si no fuera poco con el tabaco, la cerveza, el jazz y escribir de madrugada, ahora resulta que también soy adicta a la luz roja y a dormir contigo.
Suerte que algunos vicios no hacen tanto daño, y que morir de amor es pura delicia.

martes, 23 de junio de 2009

Puedes llamarlo motivación, o puedes ponerle nombre propio, con inicial en mayúsculas y todo, pero su ausencia me seguirá dejando ese mal sabor de boca y ese agujero entre los pulmones que hace que a veces no pueda dormir y arañe hasta las sábanas de pura frustración.

domingo, 21 de junio de 2009

Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo.
Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo.
Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo.
Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo.
Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo.
Y qué, si no puedo dejar de echarte de menos.

A veces es una suerte que se me vaya toda la fuerza por la boca.
Todo lo demás se convierte en pura inercia.

viernes, 19 de junio de 2009

La primera vez que lo hizo me pilló de resaca. Por aquel entonces hacía dos días que nos conocíamos y era imposible imaginarse nada. El término imposible es algo modificable. Puedo decir que eso es lo que fui aprendiendo en todo este tiempo. Que lo imposible normalmente va ligado con la falta de imaginación, pero ¿cómo imaginarlo?
Así que después de la segunda noche ella estaba dormida en mi cama y a mí me faltaban muchísimas cosas por saber aún.
Una tarde, totalmente sobrio en casa, sí pensé (y fue el principio de los indicios posteriores) en que la luz reflejada del cielo podía tener algo que ver con sus pupilas. Pero sólo algo, y no entendía qué.
Ella se acercó a mi espalda y me abrazó. Estaba ardiendo y por un momento pensé que incluso podría tener fiebre. Me giré para mirarla, y allí estaba ella, sonriéndome de nuevo. Sin dejar de sonreír, sopló y de su boca salió un vaho que me inundó los ojos. Miré la habitación y vi el frío rodeándonos, agazapado contra nosotros, las paredes heladas, los libros llenos de escarcha, la madera de la puerta crujía. Pero ella ardía. Ardía y me abrazaba. Se reía como si fuera una niña gastándome una broma. Sabía que si me alejaba de ella me congelaría. Y entendí que lo imposible es sólo falta de imaginación. Que siempre había sido así.
Así que cerré los ojos al borde del precipicio, y me dejé caer hasta el nido de las tormentas. Abrazado a ella en esa cama dije un gracias bajito, muy bajito, que apenas lo pudo oír, y así era mejor, porque sabía que a ella no le gustaba que le dieran las gracias.

miércoles, 17 de junio de 2009

Es que tengo un jodido agujero en el pecho y se me está escapando todo el aire de los pulmones.



Y me duele.

domingo, 14 de junio de 2009

Te quiero...

...conmigo, en mi cama, en mi sofá, en mi almohada, en el breve silencio que antecede a tu voz ; en mi boca de madrugada, en mis párpados al despertar, en mis brazos durante el resto de la mañana. La tarde, la tarde se morirá de envidia, y la noche no será más que una nimia incidencia del tiempo en la memoria.
Quiero tus dedos enredados en mi cintura al dormir, y perdidos entre las piernas antes de que tenga que mirarte. Buscando los míos mientras fingimos estudiar, y que nadie sepa lo que nos contamos con caricias bajo la mesa, porque empiezan a sobrarnos las palabras. Que cada vez sea más evidente que no necesitamos más que los ojos para hacernos el amor, de lejos y sin tocarnos.
Todas esas sutilezas que dices que odias, los gritos subliminales cuando me acabo por desesperar, las sílabas desordenadas para cosas que no se pueden expresar con claridad. Y tú te ríes, porque creo que en el fondo disfrutas consiguiendo que se me atraganten los pensamientos y no los pueda soltar. Con todas tus i n c o h e r e n c i a s, ambigüedades y demás imposibles carentes de sentido, al decir que no queriendo decir que sí.
Todo eso también lo quiero. Pero contigo.
Te quiero en jueves, en viernes y en sábado. En domingo de resaca, y de lunes a miércoles respirando jazz y rabiando por no poder tenerte cerca. En encuentros fortuitos, en deslices de los que mil veces renegaremos pero de los que es difícil arrepentirse.
Te quiero con una sonrisa cada vez que me enfado, y los dos sabemos que no es de verdad, pero nos gusta así.
Te quiero en todos los matices de esa expresión. Te quiero cuando me dueles, cuando te duelo sin querer, cuando pasan los días y yo prometo no echarte de menos, y sin embargo no me lo pones fácil. Porque creías que lo que quería era que echaras por tierra mis esfuerzos por no pensarte.
Cuando me alivias el insomnio entre tus sábanas, contra el colchón, sin saber que es que me das esa estabilidad de la que carezco y que busco instintivamente en tu aire. Al respirar el mismo aliento que tú mientras las lenguas se nos enredan furtivamente entre las sombras de un abrazo a la hora de volver a casa. Y que nadie sepa, pero que todos intuyan, y no puedan aventurarse a elaborar ninguna hipótesis concluyente.
Te quiero. No hay más.
Vamos, vuelve ya, que es muy tarde.

miércoles, 10 de junio de 2009

Algunas cosas no se solucionan sentándose a fumar en la ventana, y sintiendo que en un par de minutos se te quedarán helados los dedos de los pies.
Tampoco tapándote la boca con las manos cuando quieres gritar, o cuando lloras demasiado fuerte, porque tu padre ya no oye bien, pero mañana te preguntará que qué ha pasado. Y si no, serán los ojos, que se empeñan en contar mucho más de lo que te gustaría.
Pero, ¿sabes?, es que no importa. Porque esto no acaba aquí, y habrá más noches, y faltará más oxígeno, y habrá más silencio ensordecedor, más agujeros entre el corazón y los pulmones (porque, para qué engañarnos, nunca has intentado rellenarlos).
Y un día, darás con la cabeza contra el bordillo de una acera. Y quizás, sólo quizás, seamos sinceros, ya no quieras volver a levantarte.


tú.

domingo, 7 de junio de 2009

hay cosas que nunca deberías saber.

Nunca supimos entenderlo
pero creo que en tus ojos
era tan fácil depender de todo.
¿Por qué?


¿Por qué te escapé, si fuiste el único que se acercó a las puntas de mis pies, por qué te obligué a renunciar? ¿Por qué eres el único que me entiende con mirarme? Como ese día, con la mariposa amarilla que tanto dolor me causó... ¿Por qué no te llamé cuando tuve ganas de subirme al primer autobús que apareciera, contigo, para que me enseñaras otras partes de la ciudad que tan poco conozco, para que me ayudaras a verla tan en blanco y negro, tan como me gusta?
¿Por qué, si te quiero tanto, hay algo que me impide enamorarme de ti? No hay nada que quiera más que enamorarme de ti: tú, con toda tu música, con todo el blanco que te rodea, con esas letras entre delgadas y encrespadas llenando cada rincón de tus cajones, ese cajón dedicado a alguna otra señorita que también te lastimó... Tú, con los ojitos vendados de naranja y verde por mi culpa, tú pintándome cada peca, renglón por renglón... Que pierdes la voz después de perseguirme a través de las hojas del cuaderno, que entonces me miras cuando se me llenan los ojos de lágrimas, aunque intente ocultarlo mirando por la ventana (te juro que no quería llorar, probablemente no te acuerdes ya de eso) mientras juntas mi pasado entre tus manos y se te quiebra todo al contemplarlo.
¿Por qué no voy corriendo hasta ti cuando me dices que necesitas que te salve si yo me estoy muriendo por protegerte, viéndote tan a la intemperie, tan gritándome? ¿Por qué no me animo a gritarte que necesito que vengas a abrazarme, que me escribas de nuevo, que me enseñes todo eso que yo no sé, todas esas películas, esas cosas que nadie más puede ver en una simple imagen?
¿Por qué?
¿Qué es esto que no es amor?

¿Qué es?

viernes, 5 de junio de 2009

Es rara, ¿no?, la nostalgia ... Porque tener nostalgia en sí no es malo, eso significa que te han pasado cosas buenas y las echas de menos. Yo, por ejemplo, no tengo nostalgia de nada, porque nunca me ha pasado nada tan bueno como para echarlo de menos ...
Eso sí que es una putada... ¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te ha pasado? Porque a mí a veces me pasa... me pasa que me imagino cómo van a ser las cosas... y luego me da pena cuando me doy cuenta de que aún no han pasado y que quizás no pasen nunca, y entonces me entra nostalgia. Y me pongo super triste, super triste, tía... Pero es como una tristeza a cuenta, como la fianza de cuando alquilas una casa, pero con tristeza, que la pones por delante porque, total, sabes que la vas a acabar utilizando igual..

lunes, 1 de junio de 2009

Y qué vas a hacer si resulta que al final sí va contigo.

domingo, 31 de mayo de 2009

mátame.
de una vez por todas.


pero no me dejes aquí agonizando. por favor.

sábado, 23 de mayo de 2009

¿Y si resulta que es cierto que ya no queda nada medianamente inteligente que decir?


Es que estoy intentando dejar de gritar, y es lo que tiene.

viernes, 8 de mayo de 2009

tú querías dejar de ser náufrago, y yo quería dejar de ser isla.




keep on moving.

sábado, 25 de abril de 2009

Te echo de menos desde el último beso, con las farolas agonizando entre el gélido abrazo del final del invierno.
Te echo tanto de menos que dedico las noches a reinventar tu voz, porque sin ti no se me cura el insomnio.
Y echo de menos, claro que sí, dormir entre tus sábanas de luz roja, sintiendo tu respiración muy cerca de mi oído y tu piel contra la mía.
Las lenguas enzarzadas en una contienda intemporal.

Vuelve. Ya hemos esperado mucho.

martes, 14 de abril de 2009

She in the garden.

Recuerdo que los días de lluvia, allá por el invierno de 1996, solía llamar a mi puerta, un aldabonazo leve que hacía que mi cuerpo se pusiera en tensión de inmediato. Esperaba en la entrada, el agua goteándole de la ropa y formando pequeños charcos en el suelo de gres, hasta que yo regresaba con una toalla seca. Ninguna palabra, ni una sola pregunta. Se limitaba a abrazarse a mí con una especie de inexplicable desesperación, los dedos crispados sobre mi espalda, su boca temblando contra mi pecho primero y junto a mi oído después. Los ojos rehuyendo cualquier caricia piadosa. Yo la besaba en la frente, con una ternura más propia de un padre que de un amante, pero ella siempre se encargaba de que nuestras lenguas acabaran enzarzadas en una ardua batalla entre sus labios y los míos. Sentía su pecho palpitando al compás del mío, la respiración agitada que se deslizaba contra mi paladar cada vez que me atrevía a tomar aliento. Los dientes que se me clavaban en la carne arrancándome suspiros involuntarios. Al contacto con mis manos se deshacía, casi literalmente. Estaba seguro de que podría pasar horas enredando sus dedos con los míos, con la mirada perdida y una sonrisa trémula bailoteándole en el rostro, si las sábanas no nos ataran con semejante testarudez.

domingo, 12 de abril de 2009

Que ni siquiera sé lo que quiero para mí.

viernes, 3 de abril de 2009

viernes, 20 de marzo de 2009

Boca asesina, boca satírica y vulgar que se hace palabra inconsciente los viernes después de comer, mar que no vuelve, ambigüedad impronunciable. Miradas desencajadas, ávidas, que se arañan y se muerden y se sangran y se gritan. Que no se quieren tocar. Que si se pierden, se mueren.


Noches aletargadas que se cuelan en los sueños.
Mañanas de resaca primaveral y alientos empañados (de ti).

lunes, 2 de marzo de 2009

-Si tuviera que escoger a alguien, me enamoraría de ti, sin ninguna duda.

-Pero al amor no se juega así. No se trata de cerrar los ojos y señalar con un dedo a una persona al azar, qué va. Es mucho más complejo. Hay ciertas implicaciones, ¿sabes?, que asumes si decides apostar en esto. Por ejemplo, las revoluciones que alcanzará tu corazón y, en consecuencia, el de quien hayas escogido. ¿Novecientas treinta y tres? Ni una más. Quiero decir, estás dentro de eso, así que debes hacer tuyas las consecuencias que deriven de tus decisiones. Por eso no puedes decir si tuviera que elegir a alguien.

-Entonces no quiero enamorarme.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras
y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da.
Pero además la he visto seria, ser ella misma,
y en serio que eso no se puede escribir en un poema.
Por eso, eso que me cuentas de que mírala cómo bebe las cervezas,
y cómo se revuelve sobre las baldosas y qué fácil parece a veces enamorarse.

Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivode seguir vivo
y a la mierda con la autodestrucción...
Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor
es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.
Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio
y que ella aparezca de golpe y de frente para decirte,
venga, hazte un peta y me lo cuentas.
No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece,
luego te abrace y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.

Así que supondrás que yo soy el primero que entiende
el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras,
y los huevos por un mínimo roce de mejilla.
Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa,
las incomodidades de orgullo que pueda provocarte,
son algo con lo que ya cuento.

Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada,
que hace tiempo que escribo los míos.
Que yo también la veo.
Que cuando ella cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo.
Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior.
Que conozco su voz en formato susurro, y formato gemido
y en formato secreto.
Que me sé sus cicatrices,
y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría,
y me sé lo de sus rodillas,
y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra.

Que yo también he memorizado su número de teléfono,
pero también el numero de sus escalones,
y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.
Que no sólo conozco su última pesadilla,
también las mil anteriores,
y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada,
porque tengo más deudas con su espalda
de las que nadie tendrá jamás con la luna
(y mira que hay tontos enamorados en este mundo).

Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella,
rendida a ese puto milagro que supone que exista.
Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos,
y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que la puso el camino,
y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana:
no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.

Que lo de "Mira, sí, un polvo es un polvo",
y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas
y sólo los sueños pueden posarse sobre las cinco letras de su nombre.
Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma.

Que razones tenemos todos.
Pero yo, muchas más que vosotros.



http://www.youtube.com/watch?v=0cCLPmcVstc

martes, 24 de febrero de 2009

Es que creo que eso ya lo he oído antes.

Y cuando digo creo, me refiero a estoy completamente segura de.

Venga ya.

domingo, 22 de febrero de 2009

miércoles, 18 de febrero de 2009

Vete.
Pero quédate.

Sí, deberían existir diferentes tipos de tú, definitivamente. Porque por unos podríamos desvivirnos, y escribirles palabras rojas hasta el agotamiento. Por los otros, escupiríamos ciento una veces sobre suelo mojado.

Ya está.
Es que necesito dormir.


http://www.youtube.com/watch?v=sVeFA-RzgZQ

domingo, 15 de febrero de 2009

Se sentía pequeña, muy pequeña, y frágil, tanto que tenía que rodearse el cuerpo con los brazos para evitar romperse. Que si se levantaba perdería las últimas astillas que le quedaban, las que pudo guardarse en el bolsillo de vuelta a casa. No temblaba, pero el cerebro le hormigueaba como cuando se ponía nerviosa antes de un reconocimiento médico, de esas veces en que se mareaba e incluso se le nublaba la vista.
Llevaba mucho tiempo así, sin moverse. Pensaba que se le habrían agarrotado los músculos de las piernas. Y le dolían los ojos de llorar; al intentar dormir, las pestañas se le enredaban con la sal, por eso ya ni siquiera se esforzaba en tratar de conciliar el sueño.
Simplemente estaba allí, pero nada más. No emitía sonido alguno, excepto al tomar aire en mitad del llanto. Pero su respiración resultaba agónica, escalofriante.

Estaba muriéndose, y lo peor era que no pensaba hacer nada por evitarlo.
Estaba desgarrada por dentro, que vomitaba sangre casi diariamente. Que ya era casi tan físico como emocional.
Estaba muriéndose.




[¿dónde estoy?.]
Tienes que venir a por mí, pronto...



Hace frío.

sábado, 14 de febrero de 2009

Ahora te hablo a ti.

Tú (con tono de rabia).
¿A qué cojones te crees que estás jugando?
No, las casualidades* son intocables, y las estás destrozando una a una como si no te importaran lo más mínimo. A mí también me has destrozado, aunque eso sea lo que menos te importe (que decías que si yo no estaba te morirías. Yo todavía te oigo respirar. Claro, es que no estás sola, después de todo.)

Hoy es sábado, y yo sólo puedo sentarme a escribir que me asfixio en casa.

Porque las hay con suerte, y sin ella. Adivíname.

martes, 10 de febrero de 2009

Cállate, o me muero.

Suéltame, o me muero.

Que hoy no puedo tirar de nadie. Ni siquiera de mí. Y me estás tocando, y me quema la piel. Me asfixias con tu humo, que no es gris ni blanco.

Iba a vomitarme en palabras, y ni siquiera eso.

sábado, 7 de febrero de 2009

Joder, que te importas tan poco que te tiras por los suelos una y otra vez. Sí, ya te lo dijo él, no tienes dignidad. Ni siquiera lo intentas, así te va.
Que te importas tan poco que te quitas horas de sueño por los problemas de los demás. Y después llegas al instituto de mal humor, porque si duermes poco te enfadas, y todos creen que eres tú la que tiene problemas. Pero no.
Que te importas tan poco que te juegas el culo por defender a quien quizás ni lo merece. Y te da igual, porque lloras sin sentir (que no escarmientas, pero va haciendo mella en ti).

Ya te lo dijo él.


[Lo peor es que nos (te) los llevamos a todos por delante.]

viernes, 6 de febrero de 2009

Dice Noviembre que esta noche va a emborracharse.

-Siempre acabas llorando cuando bebes demasiado -le he recordado.

Ella me ha soltado una bocanada de humo en la cara y se ha reído.

domingo, 1 de febrero de 2009

¿Cómo sienta comprar la propia felicidad sacrificando la ajena?



No tienes ni puta idea.

sábado, 31 de enero de 2009

martes, 27 de enero de 2009

And the question is: what is a 'meme'?

Ahora a los testes* los llaman memes. Suena a memo, un poco ¿verdad? Jumm...

Normas del juego:
1. Crear un link de la persona que te ha indicado el meme.
http://ecasper.blogspot.com/
2.Confesar 7 cosas extrañas/raras/diferentes sobre ti y tu personalidad en el blog.
3. Crear un link a 7 personas invitándolas a participar del meme.
4. Avisar a los 7 afortunados que han sido invitados por medio de un comentario.
http://lisensilencio.blogspot.com/
http://mala-estrella.blogspot.com/ (me matará si le dejo un comentario diciendo que tiene que hacer esto)
http://galletaabril.com/ (no me matará, porque jamás le dejaría un comentario en el blog

http://ecasper.blogspot.com/ (normalmente creo que no vale devolver los juegos estos)

Primera cosa extraña que me identifica:

Creo que son demasiadas como para ponerme a escoger.

Segunda cosa extraña que me identifica:

Soy completa y absolutamente antisocial, pero me encanta conocer gente vía fotolog/blog/messenger. Cuando me suelto, siempre digo más de lo que me gustaría que los otros supieran.

Tercera cosa extraña que me identifica:

Si me hacen daño, me dedico a soltar comentarios mordaces a discreción, aunque normalmente no es con mala intención. Si después de una semana soportándolo me sigues hablando, enhorabuena, eres bueno jaja. Si me mandas a la mierda, eres inteligente xD

Cuarta cosa extraña que me identifica:

Escribo, y las manos se me quedan heladas. Pongo nombres extraños (no, vulgares) a mis personajes porque necesito identificarlos con algo físico (relativamente). Nadie sabe quiénes son en realidad; a veces, ni yo misma.

Quinta cosa extraña que me identifica:

Me enamoro de casi todo lo que hago (y me tiembla la voz y se me empañan los ojos). Esto viene de que necesito sentirlo todo para vivirlo, de que tengo la necesidad de entusiasmarme por la vida (que me cuesta bastante) (emo ¬¬'). Parte mala: duele.

Sexta cosa extraña que me identifica:

Prefiero morirme de hambre escribiendo que publicar un best-seller que me quite de trabajar el resto de mi vida. De hecho, espero poder rechazar algún día una oferta como esa.

Esto compite con mi mala memoria (he tenido que volver a mirar cuál era la primera cosa extraña que me identifica porque no me acordaba x___x )

Séptima cosa extraña que me identifica:

Me gusta ir temprano a Sevilla, pasearme por las tiendas a comprar vinilos y libros, almorzar un bocadillo en el Parque de los Príncipes y pasar el resto de la tarde escribiendo al sol. Era el plan de sábado hace año y pico, pero creo que recuperaré la costumbre. =)



Y eso.

domingo, 25 de enero de 2009

Hoy es domingo, y no has venido a comer conmigo.
Ya, tampoco te esperaba. Al fin y al cabo, no tenías la obligación de hacerlo. Pero no sé, había encargado pizza, y había puesto el brasero para que la casa estuviera calentita cuando llegaras...

Bah, olvídalo.
En realidad sólo puse un plato. Un tenedor, un cuchillo. Dos servilletas, pero sólo por si acaso.
Si llego a escuchar el timbre de la puerta, me hubiera dado un infarto.
Hoy me apetecía comer sola.




Domingo. Doce menos veinte, subir la persiana, una ducha. Breve conversación telefónica, mal humor, dolor de oído, volver a la cama. Regalar una sonrisa, dejarse contagiar. Luego hablamos, ¿vale? Claro. Sí. Comer pizza, ver a medias una película de sobremesa de fin de semana, bajar al parque a fumar, una bolsa de plástico impacta contra la ventana. Dolor de oído, una pastilla, estudiar, ignorar, rehuir. Responsabilidad. Leer el periódico, escuchar música. Estar.

domingo, 18 de enero de 2009

No lo sé.

Es como si todo se hubiera hecho un lío dentro de mí, como un puñado de hilos cada vez más enredados. Y yo, que no soporto que las cosas se me escapen de las manos, lo único que hago es tirar de los extremos sin pensar en una forma mejor de desatarlos. Van a romperse, y lo sé. Van a romperse, y va a salpicar la sangre.

Mierda. Ya ha empezado.
Era fácil decirlo con una palabra.

sábado, 17 de enero de 2009

Trazos de Noviembre.

La literatura fue mi primer gran amor. Noviembre siempre me contaba cuentos antes de dormir. Me arropaba con Maupassant y me besaba con Neruda. Alguna que otra vez intentó que le hiciera un hueco en mi almohada a Dostoyevski, pero después de un par de noches blancas desistió. Yo le decía que la voz del hombre subterráneo me hacía tiritar, y a ella le encantaba, porque se despedía con una sonrisa tierna, de esas que esbozan las madres al ver dormir a sus hijos.
Luego llegaron la música y la fotografía. Time after time sonaba dentro de mi cabeza aunque la radio estuviera apagada. Fuera a donde fuera, allí estaba Noviembre con una canción diferente para mí. Una tarde me llevó a una tienda antigua, llena de polvo y reliquias de otro tiempo. Me dijo que me compraría cualquier cosa que encontrara allí y me enamorara. Yo sabía que necesitaba amar a Kafka, pero ella no estaba tan segura. Recuerdo que alguien cantaba (Nothing but) Flowers. Me trajo un vinilo que miré con recelo durante los siguientes tres meses, convenciéndome de la desazón que sentiría el novelista checo al encontrar abandonada su metamorfosis en aquella trastienda húmeda y oscura. Noviembre se reía cada vez que venía a casa y me preguntaba por una canción que yo me negaba a escuchar. Hasta que una noche (una madrugada, más bien) dejó caer la aguja sobre el primer surco, y yo estuve segura de que moriría de amor. Stairway to Heaven. Sí, creo que en cierto modo Noviembre me suicidó con aquel tema.
Brassaï. Ella siempre lo llamaba el Ángel, a secas. Retrataba la realidad, nuestra realidad, a la luz de las farolas. Que el mundo era muy distinto al caer el sol, entre prostíbulos y esquinas mal iluminadas. Noviembre me enseñó que su ángel no se apropiaba de la noche de París, sino de la noche a secas. Yo rebatía sus teorías sobre la intensidad de Brassaï con la simpleza de Doisneau. Solía escaparme a los pubs que él retrataba, me perdía en el romanticismo de sus besos y en la pillería de sus escolares. Me derretía por sus imágenes de músicos y tiovivos bajo la lluvia. Allí estábamos las dos, atrapadas en un mundo en blanco y negro, crudo e intenso donde los hubiera.
Al final resultó que el cine lo superaba todo. Kubrick, Forman, Lang. Me alimentó con todos los grandes clásicos, y luego me dejó indagar por mi cuenta. Acabé desquiciada por Hitchcock, jurando fidelidad a la ciencia ficción de Welles y devanándome los sesos por encontrar una lógica aplastante en el absoluto caos de Lynch. Noviembre me enseñó a aborrecer los tópicos frívolos como esas promesas de recuperar París al pie de una avioneta, o las líneas de guión cargadas de ácida indiferencia hacia la mujer escarlata. Yo bebía de sus palabras, insaciable. Hasta que Noviembre me arrojó sin miramientos de vuelta a la literatura. Entre acordes destemplados, fotogramas congelados e imágenes veladas, decidí entregarme a las letras como nunca antes lo había hecho. La misma tarde que alcancé esa determinación, regresé a aquella tienda olvidada y rescaté, por apenas un par de libras, La metamorfosis. Guardé el libro bajo la almohada, y allí duerme, cada vez que me tomo un respiro para fumarme un cigarro.



[Pues bésame el alma.]

martes, 13 de enero de 2009

Vale.
Yo también pensé en ti.

domingo, 11 de enero de 2009

Aún recuerdo cuando aquel tipo que vivía a tiempo parcial me dijo que la belleza que atrae no suele coincidir con la que enamora, y se reía, y me reía, y aquello no pasaba de ser un sueño hecho jirones.
La marea subía y cubría las astillas de la vieja barca. Sal. (Entra). Respondía.
Dolía cada suspiro, se volvía escarcha la saliva sobre la piel, escupíamos sudor por cada poro. Gritaba que quería encontrárselo todo hecho. Gritaba que quería pertenecer al viento. Empezar con el amor. Después se dio cuenta de que no tenía más vida interior que la que exprimía de sus propias palabras por la mañana antes del trabajo, y de que sus sentimientos eran pura existencia oral. ¡Mira lejos, joder! Mira la corriente, que marca el camino hacia el mar. Mira las mariposas sobre la hierba y atrapa una azul.
Azul cielo, azul nieve, azul celeste, azul amapola, azul marino, azul fuego, azul respiración, azul tardío, azul invernal, azul estático, azul desgarrador. O simplemente azul tú, que ya es un poco como azul yo.
Bebía sin sed y amaba sin tiempo. Yo respiraba su aliento de fuego y verdad. Un espejo roto en la pared. Se nos clavaron las esquirlas en los talones de tanto bailar descalzos. Con su conciencia, cada vez más diminuta, que tan pequeña se hizo que se le perdió en la bañera.



Oh Dios, cómo duele amarte.

viernes, 9 de enero de 2009

-¿Y ahora qué?

-No lo sé. ¿Y ahora?

-Salvarme del tiempo, supongo.

-Y del olvido.

-Espero no tener que salvarme de eso nunca.

martes, 6 de enero de 2009

[16.40 pm. Noviembre camina despacio, con las manos en los bolsillos y mirando al suelo. Antes solía hacerlo a menudo, pero acabó perdiendo la costumbre. Ahora vuelve a pasear por la tarde, con el sol acariciando su rostro. Hace frío, piensa, pero no el suficiente para hacerme tiritar. Gira a la izquierda. Un coche frena en seco, al borde de las rayas blancas y a escasos centímetros de su pierna. Noviembre le lanza una mirada cruzada al conductor. Él se la devuelve mientras un niño pequeño le toca el hombro. Se rompe el contacto. Ella sigue adelante, realmente no sabe a dónde se dirige. Murmullo de hojas. Se detiene, y retrocede sobre sus pasos. La puerta de la finca está encajada. Acerca el rostro al frío (rugoso) metal oscurecido; a través de una rendija ve corretear a un perro de presa sobre una alfombra de hojas secas. No está el coche, y las persianas están bajadas. Noviembre mira primero a la izquierda, como siempre, luego a la derecha, y empuja suavemente la puerta. Se desliza al interior de la propiedad tratando de hacer el menor ruido posible. Ha apagado la música. Respira profundamente. El aire allí es más denso, como si de algún modo lo enturbiara la presencia de los árboles, y huele a humedad. Y a madera.
Ahora sabe hacia dónde debe ir. Rodea la casa a una distancia prudencial del muro de ladrillos. Cuidado con los avisperos, recuerda. Un poco más lejos, aflorando entre las hojas muertas y en descomposición, sobresalen las raíces del viejo algarrobo. Noviembre se sonríe. En su memoria queda un vago recuerdo de aquel verano, hace ya muchos años, en que aquella mujer de cabello plateado (¿Quién sería? ¿Tenía nombre? ¿Y rostro? ¿Cómo sonaba su voz?) la llevó allí con su prima a contarles historias de algún país del norte (¿por qué le ha venido a la cabeza el nombre de Mauthausen?). Noviembre se sienta, aunque la madera está algo húmeda. No puede evitar escarbar entre las hojas con la punta del pie hasta encontrar la tierra. Adora el olor de la tierra mojada por la lluvia. Qué tranquilidad en ese trocito de bosque. De repente, alguien pronuncia su nombre. Una voz roída por el tabaco, grave, profunda. Artificial. Una voz que siempre ha odiado. Noviembre gira la cabeza, componiendo una sonrisa gélida de esas que gritan do not disturb!. Sólo pasaba a saludar, dice. Cómo si le importara, piensa. La puerta estaba abierta, iba a decirte que la cerraras con llave. Se pone en pie. No mira ni una sola vez hacia detrás. En cuanto regresa a la ciudad, se enciende un cigarrillo. Y vuelve al sitio de donde ha venido, porque en realidad Noviembre no pertenece a ningún lugar.]

lunes, 5 de enero de 2009

QUE ALGUIEN ME DESPIERTE, JODER.


Ah, no, espera. Si aún no me he dormido.
Ahora soy un queso gruyere.

Y tengo que tapar todos los agujeros.