martes, 30 de junio de 2009

domingo, 28 de junio de 2009

He vuelto, Noviembre. O quizás lo hayas hecho tú, quién sabe ya. Pero mira, dejemos ese asunto para más tarde, cuando ya no recordemos cuántas copas llevamos ni cómo acabamos aquí, y coge un cigarro, venga. ¿Fuego?

Creo que algo falló entre tanta metáfora y tanto paradigma, las noches cortas de primavera y los silencios anestesiados en los que me encerraba. Sé que me empeño en desaparecer cuando las cosas no van del todo mal, y acabo buscando con un amago de desesperación tus brazos al primer titubeo, y me sabe fatal, por supuesto, pero soy de las que no aprenden. Aquí me tienes, ¿ves? No aprendo.
Y sin embargo, esta vez puede que sea diferente. Sólo son las putas dudas, y toda esa inseguridad que me rodea, el miedo, la desconfianza grabada con hierro candente en mi piel desde aquel invierno que se me atragantó. Sí, destrózame con una mirada torcida e incrédula de las tuyas, porque realmente lo merezco. Qué asquerosamente cobarde me he vuelto (já! soy*)
En fin, que ya lo sé, si siempre me dices lo mismo, y yo sólo quiero escucharte para calmarme y enfriar los ánimos, pero a cada minuto que pasa me cuestiono qué hago aquí, esperando, ilusa de mí.
Es que sé lo que hay. Lo sé. Y todo este miedo no es más que una prolongación de la incertidumbre que desembocará en la catástrofe inevitable que preveo desde hace tiempo. Pero es el precio de ser una idealista sin remedio.
Noviembre, por favor, no me sueltes ahora. Creo que estoy a punto de estallar.
Por favor.

sábado, 27 de junio de 2009

a hundred words.

Por si no fuera poco con el tabaco, la cerveza, el jazz y escribir de madrugada, ahora resulta que también soy adicta a la luz roja y a dormir contigo.
Suerte que algunos vicios no hacen tanto daño, y que morir de amor es pura delicia.

martes, 23 de junio de 2009

Puedes llamarlo motivación, o puedes ponerle nombre propio, con inicial en mayúsculas y todo, pero su ausencia me seguirá dejando ese mal sabor de boca y ese agujero entre los pulmones que hace que a veces no pueda dormir y arañe hasta las sábanas de pura frustración.

domingo, 21 de junio de 2009

Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo.
Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo.
Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo.
Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo.
Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo. Y qué si no puedo.
Y qué, si no puedo dejar de echarte de menos.

A veces es una suerte que se me vaya toda la fuerza por la boca.
Todo lo demás se convierte en pura inercia.

viernes, 19 de junio de 2009

La primera vez que lo hizo me pilló de resaca. Por aquel entonces hacía dos días que nos conocíamos y era imposible imaginarse nada. El término imposible es algo modificable. Puedo decir que eso es lo que fui aprendiendo en todo este tiempo. Que lo imposible normalmente va ligado con la falta de imaginación, pero ¿cómo imaginarlo?
Así que después de la segunda noche ella estaba dormida en mi cama y a mí me faltaban muchísimas cosas por saber aún.
Una tarde, totalmente sobrio en casa, sí pensé (y fue el principio de los indicios posteriores) en que la luz reflejada del cielo podía tener algo que ver con sus pupilas. Pero sólo algo, y no entendía qué.
Ella se acercó a mi espalda y me abrazó. Estaba ardiendo y por un momento pensé que incluso podría tener fiebre. Me giré para mirarla, y allí estaba ella, sonriéndome de nuevo. Sin dejar de sonreír, sopló y de su boca salió un vaho que me inundó los ojos. Miré la habitación y vi el frío rodeándonos, agazapado contra nosotros, las paredes heladas, los libros llenos de escarcha, la madera de la puerta crujía. Pero ella ardía. Ardía y me abrazaba. Se reía como si fuera una niña gastándome una broma. Sabía que si me alejaba de ella me congelaría. Y entendí que lo imposible es sólo falta de imaginación. Que siempre había sido así.
Así que cerré los ojos al borde del precipicio, y me dejé caer hasta el nido de las tormentas. Abrazado a ella en esa cama dije un gracias bajito, muy bajito, que apenas lo pudo oír, y así era mejor, porque sabía que a ella no le gustaba que le dieran las gracias.

miércoles, 17 de junio de 2009

Es que tengo un jodido agujero en el pecho y se me está escapando todo el aire de los pulmones.



Y me duele.

domingo, 14 de junio de 2009

Te quiero...

...conmigo, en mi cama, en mi sofá, en mi almohada, en el breve silencio que antecede a tu voz ; en mi boca de madrugada, en mis párpados al despertar, en mis brazos durante el resto de la mañana. La tarde, la tarde se morirá de envidia, y la noche no será más que una nimia incidencia del tiempo en la memoria.
Quiero tus dedos enredados en mi cintura al dormir, y perdidos entre las piernas antes de que tenga que mirarte. Buscando los míos mientras fingimos estudiar, y que nadie sepa lo que nos contamos con caricias bajo la mesa, porque empiezan a sobrarnos las palabras. Que cada vez sea más evidente que no necesitamos más que los ojos para hacernos el amor, de lejos y sin tocarnos.
Todas esas sutilezas que dices que odias, los gritos subliminales cuando me acabo por desesperar, las sílabas desordenadas para cosas que no se pueden expresar con claridad. Y tú te ríes, porque creo que en el fondo disfrutas consiguiendo que se me atraganten los pensamientos y no los pueda soltar. Con todas tus i n c o h e r e n c i a s, ambigüedades y demás imposibles carentes de sentido, al decir que no queriendo decir que sí.
Todo eso también lo quiero. Pero contigo.
Te quiero en jueves, en viernes y en sábado. En domingo de resaca, y de lunes a miércoles respirando jazz y rabiando por no poder tenerte cerca. En encuentros fortuitos, en deslices de los que mil veces renegaremos pero de los que es difícil arrepentirse.
Te quiero con una sonrisa cada vez que me enfado, y los dos sabemos que no es de verdad, pero nos gusta así.
Te quiero en todos los matices de esa expresión. Te quiero cuando me dueles, cuando te duelo sin querer, cuando pasan los días y yo prometo no echarte de menos, y sin embargo no me lo pones fácil. Porque creías que lo que quería era que echaras por tierra mis esfuerzos por no pensarte.
Cuando me alivias el insomnio entre tus sábanas, contra el colchón, sin saber que es que me das esa estabilidad de la que carezco y que busco instintivamente en tu aire. Al respirar el mismo aliento que tú mientras las lenguas se nos enredan furtivamente entre las sombras de un abrazo a la hora de volver a casa. Y que nadie sepa, pero que todos intuyan, y no puedan aventurarse a elaborar ninguna hipótesis concluyente.
Te quiero. No hay más.
Vamos, vuelve ya, que es muy tarde.

miércoles, 10 de junio de 2009

Algunas cosas no se solucionan sentándose a fumar en la ventana, y sintiendo que en un par de minutos se te quedarán helados los dedos de los pies.
Tampoco tapándote la boca con las manos cuando quieres gritar, o cuando lloras demasiado fuerte, porque tu padre ya no oye bien, pero mañana te preguntará que qué ha pasado. Y si no, serán los ojos, que se empeñan en contar mucho más de lo que te gustaría.
Pero, ¿sabes?, es que no importa. Porque esto no acaba aquí, y habrá más noches, y faltará más oxígeno, y habrá más silencio ensordecedor, más agujeros entre el corazón y los pulmones (porque, para qué engañarnos, nunca has intentado rellenarlos).
Y un día, darás con la cabeza contra el bordillo de una acera. Y quizás, sólo quizás, seamos sinceros, ya no quieras volver a levantarte.


tú.

domingo, 7 de junio de 2009

hay cosas que nunca deberías saber.

Nunca supimos entenderlo
pero creo que en tus ojos
era tan fácil depender de todo.
¿Por qué?


¿Por qué te escapé, si fuiste el único que se acercó a las puntas de mis pies, por qué te obligué a renunciar? ¿Por qué eres el único que me entiende con mirarme? Como ese día, con la mariposa amarilla que tanto dolor me causó... ¿Por qué no te llamé cuando tuve ganas de subirme al primer autobús que apareciera, contigo, para que me enseñaras otras partes de la ciudad que tan poco conozco, para que me ayudaras a verla tan en blanco y negro, tan como me gusta?
¿Por qué, si te quiero tanto, hay algo que me impide enamorarme de ti? No hay nada que quiera más que enamorarme de ti: tú, con toda tu música, con todo el blanco que te rodea, con esas letras entre delgadas y encrespadas llenando cada rincón de tus cajones, ese cajón dedicado a alguna otra señorita que también te lastimó... Tú, con los ojitos vendados de naranja y verde por mi culpa, tú pintándome cada peca, renglón por renglón... Que pierdes la voz después de perseguirme a través de las hojas del cuaderno, que entonces me miras cuando se me llenan los ojos de lágrimas, aunque intente ocultarlo mirando por la ventana (te juro que no quería llorar, probablemente no te acuerdes ya de eso) mientras juntas mi pasado entre tus manos y se te quiebra todo al contemplarlo.
¿Por qué no voy corriendo hasta ti cuando me dices que necesitas que te salve si yo me estoy muriendo por protegerte, viéndote tan a la intemperie, tan gritándome? ¿Por qué no me animo a gritarte que necesito que vengas a abrazarme, que me escribas de nuevo, que me enseñes todo eso que yo no sé, todas esas películas, esas cosas que nadie más puede ver en una simple imagen?
¿Por qué?
¿Qué es esto que no es amor?

¿Qué es?

viernes, 5 de junio de 2009

Es rara, ¿no?, la nostalgia ... Porque tener nostalgia en sí no es malo, eso significa que te han pasado cosas buenas y las echas de menos. Yo, por ejemplo, no tengo nostalgia de nada, porque nunca me ha pasado nada tan bueno como para echarlo de menos ...
Eso sí que es una putada... ¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te ha pasado? Porque a mí a veces me pasa... me pasa que me imagino cómo van a ser las cosas... y luego me da pena cuando me doy cuenta de que aún no han pasado y que quizás no pasen nunca, y entonces me entra nostalgia. Y me pongo super triste, super triste, tía... Pero es como una tristeza a cuenta, como la fianza de cuando alquilas una casa, pero con tristeza, que la pones por delante porque, total, sabes que la vas a acabar utilizando igual..

lunes, 1 de junio de 2009

Y qué vas a hacer si resulta que al final sí va contigo.