jueves, 9 de octubre de 2008

The Third Child. [[Esbozo]]

El primer recuerdo que conservaba le resultaba en ocasiones desconcertante.

Todo a su alrededor era excesivamente grande.
No, él era pequeño, muy pequeño. Tanto que ni siquiera era capaz de articular palabras aún. Se miraba sus manitas, sonrosadas y cálidas, jugando a juntar las palmas. Y reía, reía con esa risa inocente que tienen los niños que no han descubierto todavía la crueldad del mundo. A veces la luz del sol se colaba a través de las cortinas anaranjadas, creando reflejos ondulantes sobre los azulejos del suelo. Sus ojos chispeantes los recorrían con expectación.

Entonces levantaba su cabecita, las mejillas encendidas de alegría, y su mirada se topó con otra idéntica. Quizás esa fuera la primera vez que había experimentado el desconcierto. Sus labios, apenas dos finas líneas, formaron una O. Extendió el dedo índice, con ese típico gesto de los críos, señalando unas facciones que le resultaban desconocidas. Unos relucientes ojos negros, una nariz chata, un rostro redondo enmarcado por una mata de fino pelo oscuro. Aquel otro niño lanzó una carcajada aguda, y se acercó con pasitos vacilantes. Tocó con cuidado la mejilla de su compañero, volviendo a reír. Luego se giró, ante su mirada extrañada, hacia alguien que permanecía en un rincón, y repitió la misma operación con él. Cuando se apartó de delante del desconocido, sus ojos se abrieron por la sorpresa. ¿Por qué lo miraban dos rostros tan semejantes?

Aquel recuerdo, que a veces regresaba en sueños y que había llegado a dudar de que no perteneciera más que a lo onírico, terminaba con un reflejo. Un espejo giraba, pendiendo de una cuerda roja, y su cristal le mostraba su propia imagen…
Ojos negros, nariz chata, rostro redondo, pelo oscuro.

1 comentario:

Violeta Font dijo...

Una O


Esa expresión es que es muy linda : )