miércoles, 10 de junio de 2009

Algunas cosas no se solucionan sentándose a fumar en la ventana, y sintiendo que en un par de minutos se te quedarán helados los dedos de los pies.
Tampoco tapándote la boca con las manos cuando quieres gritar, o cuando lloras demasiado fuerte, porque tu padre ya no oye bien, pero mañana te preguntará que qué ha pasado. Y si no, serán los ojos, que se empeñan en contar mucho más de lo que te gustaría.
Pero, ¿sabes?, es que no importa. Porque esto no acaba aquí, y habrá más noches, y faltará más oxígeno, y habrá más silencio ensordecedor, más agujeros entre el corazón y los pulmones (porque, para qué engañarnos, nunca has intentado rellenarlos).
Y un día, darás con la cabeza contra el bordillo de una acera. Y quizás, sólo quizás, seamos sinceros, ya no quieras volver a levantarte.


tú.

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