lunes, 29 de septiembre de 2008

Canta conmigo.

Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña...


¡Qué luz, qué color, qué calor!
Sonríes y preguntan, ¿a qué huelen los pensamientos fugados?
Desvariando al ritmo de un corazón de esos de antaño, que latían por no sé qué bailarina de cabaret.


Dos elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña...


Como las teclas de aquella máquina de escribir que se reorganizaron para formar una frase tímida. Te quiero mucho. Pero regresaron a su lugar cuando alguien entró como un torbellino en la habitación. Y se reían, ahogando sus carcajadas con tinta azul. Porque nunca sabría de qué hablaban.


Tres elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña...


Y entonces fue cuando aquel pajarito se bajó de la higuera, y empezó a recoger las ramitas para hacerse un nuevo nido.Enredados en el viento, los ojos, los sueños, tú y yo. Yo y yo. Yo y nadie más.
Já! Metaforeando me encontraste y metaforeando me perdiste...
Y pintando imágenes surrealistas no me reconocerás el próximo Noviembre.


Cuatro elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña...


¡Qué descontrol, qué alboroto, qué despilfarro!
¿Por qué trinan los caracoles entre las grietas del centeno?
¿Por qué no dejan de asomarse a las ventanas las ardillas en invierno?
¿Por qué hacemos que se tiñan de color rosa y vuelen por la habitación?
¿Por qué me pregunto cómo ha vuelto todo a la normalidad?


Cindo elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña...





Y la tela se rompió. Pum!

Y la araña se enfadó muy mucho, abrió su boca y se los comió a todos: las dudas, los miedos, las lágrimas, el dolor. Y a los elefantes. Sobre todo a los elefantes.

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