domingo, 21 de septiembre de 2008

Sanatorium 2.2

Querido Nadie,


Me he portado bien durante todo el año, casi no me he cortado en estos últimos meses. He tomado mis medicamentos, he ido a terapia con los amables psiquiatras del centro, he sido firme en mi voluntad. Los guardias ya no me tienen miedo, apenas opongo resistencia, y he dejado de morderles cada vez que entraban en mi habitación. Ahora hago ejercicio en mi tiempo libre o cuando estoy aburrido, en lugar de quemar colchones.

Los doctores me mantienen en observación, pero ya puedo recibir visitas. Me dejan hablar por teléfono con mis padres y amigos, tener libros en mi habitación. A veces, incluso me permiten comer con cubiertos de plástico.El pasado octubre cumplí al fin los veintisiete. Uno de los psiquiatras me llevó al jardín para que tomara el aire, y hasta pude hacer una corona de margaritas. Por la noche, después de tomar las medicinas (ya no hace falta que comprueben que no las escondo bajo la lengua o las vomito al regresar a mi cuarto), vi un poco la televisión. Había una muchacha muy bonita, pero me miraba con ojos chispeantes y no cesaba de susurrarme cosas horribles que podría hacerle a los guardias.

La cicatriz de mi cabeza casi ha desaparecido. Sólo me pica de vez en cuando, sobre todo si esa muchacha anda cerca. Sí, todavía la sorprendo asomada al pequeño cristal de la puerta de mi habitación, pero ya no me habla con esa malicia que la caracterizaba. Por el contrario, suele dirigirme miradas en las que adivino una nota suplicante… Ellos no lo saben. Temo que me hagan regresar a esa sala.

Guárdame el secreto.








Benjamín J. Hakley. –Bang–








PD: No puedes estar a salvo una vez que se ha metido en tu cabeza

No hay comentarios: